«El consumo de drogas está aumentando la incidencia de la psicosis en jóvenes»
Óscar Vallina • Psicólogo clínico
Este doctor en Psicología lleva diez años al frente del Programa de Prevención de Psicosis puesto en marcha en el año 2000 en la unidad de Salud Mental del área sanitaria de Torrelavega-Reinosa (Cantabria)
La buena experiencia conseguida en Torrelavega en la prevención de la psicosis y el prestigio profesional de Vallina animó a la Asociación Pro-Salud Mental de Burgos (Prosame) a invitarle a dar una conferencia en Burgos. En su intervención habló de cómo el diagnóstico precoz contribuye a un mejor pronóstico y es una buena ayuda para las familias, que son las grandes damnificadas y, en palabras de este experto, un auténtico «sistema integral de atención a la enfermedad mental».
¿Cómo se define la psicosis?
Es un grupo de enfermedades biopsicosociales porque afectan a los tres planos del individuo. No se conocen sus orígenes con claridad aunque se sabe mucho de su curso y de su evolución. Se supone que aparecen por una interacción de efectos entre una predisposición genética y una serie de acontecimientos vitales que las disparan. Se trata de patologías que afectan a todos los planos mentales porque alteran la capacidad de percibir, de sentir y de pensar; son enfermedades que hacen que la gente pierda contacto con la realidad y con la vivencia de sus propias experiencias.
Habla de un grupo de enfermedades... ¿No es una sola?
La psicosis abarca un grupo de patologías entre las que se incluye la esquizofrenia pero también la depresión con síntomas psicóticos, los trastornos bipolares y los trastornos esquizoafectivos. Es un grupo de síndromes dentro del cual el más prevalente es la esquizofrenia pero conviene utilizar el término psicosis porque describe todo el conjunto, sobre todo en los inicios, que es en la parte en la que estamos trabajando nosotros y donde más difícil es hacer el diagnóstico.
Son patologías que aparecen en la juventud, hacia los 20 años, y que se están vinculando al consumo de drogas...
En los últimos tiempos hay una constante que se viene replicando en todos los estudios epidemiológicos que se hacen en cualquier parte del mundo y es que el aumento espectacular que se está produciendo del consumo de drogas en los chavales -sobre todo cannabis y cocaína- está aumentando la incidencia de los primeros episodios.
¿Se convierte, así, la droga en el desencadenante del que hablaba antes?
Las drogas, en interacción con un cerebro que ya tiene esa predisposición genética a desarrollar este tipo de alteraciones, hace que se disparen. A medida de que el consumo se inicia cada vez más pronto el comienzo de la enfermedad se está detectando antes. Y eso que ahora los sistemas de salud están organizando formas de detección encaminadas a hacerlo precozmente. Hasta ahora, la tónica general -y en muchos servicios lo sigue siendo- era esperar.
Tengo la impresión de que en salud mental se habla poco de prevención...
Se habla poco y en psicosis se hablaba nada. Se entendía que no había nada que prevenir y, además, había mucho pesimismo en cuanto a los tratamientos existentes, se entendía que estas enfermedades no tenían retorno, que daba igual lo que se hiciese, que las intervenciones disponibles no iban a poder revertir los cuadros... Había una especie de pesimismo clínico que hacía que la gente no estuviese interesada en prevenir nada. Afortunadamente en estos diez años últimos el mundo se ha movido y estamos sabiendo más de los orígenes de la enfermedad.
¿Cómo se hace el diagnóstico precoz?
Se utiliza el mismo grupo de síntomas con el que se haría el diagnóstico de una psicosis ya establecida solo que de manera atenuada. Uno de los cambios que se ha producido a la hora de diagnosticar es que antes no se diagnosticaba nada hasta que la persona no tenía un delirio completo -cuando ya estabas convencido de que te perseguía la CIA, por ejemplo-. Ahora lo que hemos aprendido es que ahí no se llega de la noche a la mañana, que la gente va desarrollando los síntomas durante mucho tiempo y que antes que la paranoia está la suspicacia y antes, la desconfianza.
¿Cómo distinguir lo normalmente raros o especiales que suelen ser casi todos los adolescentes con los primeros síntomas de una psicosis?
Hay un corte biográfico. Normalmente estos síntomas suponen un cambio en el curso natural de esa persona: alguien que funciona en su casa, en el colegio y en la vida, de repente empieza a aislarse, a no querer tener gente alrededor, a abandonar los estudios o el trabajo, a no comer con la familia, a encerrarse en su habitación, a estar receloso con los suyos, a manifestar que ‘algo’ está pasando a su alrededor o que le están ocultando ‘algo’ o que alguien está intentando molestarle de alguna manera... Si en el último año o dos años alguien desarrolla estos cambios y no se actúa tiene un 40% de riesgo de acabar desarrollando una psicosis.
¿El diagnóstico precoz y la intervención temprana mejoran el pronóstico?
Sí, mejoran el pronóstico, el curso y la comorbilidad asociada a la enfermedad. Si tú dejas a la gente que desarrolle en soledad toda esta clínica, y normalmente lo suelen hacer durante años -entre dos y medio y cuatro-, internamente van desarrollando ideas cada vez más extrañas y una estructura delirante cada vez más sólida. Pero es que externamente va complicando sus relaciones personales, pueden entrar más fácilmente en el consumo de tóxicos, hay un riesgo de suicidio... Todo esto te lo ahorras si lo detectas al principio y eso es ahorrar también sufrimiento para el paciente y para la familia. Además, necesitas mucha menos dosis de neurolépticos para trabajar en esos momentos iniciales, menos ingresos hospitalarios y el tratamiento puede ser más fácilmente domiciliario y ambulatorio. Hay muchos cambios que son muy beneficiosos.
¿Las familias tienen el soporte social que necesitan?
Aquí en Cantabria, no, y mi impresión es que en el resto del Estado, tampoco. Creo que en los últimos años la salud mental ha sufrido un parón brutal y está completamente abandonada y ahora con la crisis, imagínate, ya somos los últimos del sistema de salud.... Hay una especie de acuerdo incumplido por parte de las administraciones en el momento en el que se decidió por un modelo comunitario de asistencia y es que no dotaron de medios ni profesionales ni materiales ni económicos. Las familias hacen bien en quejarse y creo que aún lo hacen poco porque en estos momentos, son un sistema integral de atención a la enfermedad mental con un coste personal que asumen a cambio de nada porque no tienen recursos prácticos para poder sobrevivir y llevar de forma más fácil las limitaciones que genera.
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